miércoles, 28 de marzo de 2012

Dentro de la palabra que no quiero recordar, porque olvido entre la furia de los amaneceres a las lunas

 No notaron que son seres humanos.
 Tenerlo en el centro del olvido, entre los papeles rotos, con el arrastre del viento que trae el cantar del río. Lo vi con sus arapos recortando tristeza en cada parpadear mecánico y acartonado, lo vi con sus manos apretadas de oyín, curtidas como arenas en un Brasil sin sombra. Lo vi entrechocando otros zapatos, topándose en mi puerta con la cara fría y los abrazos secos como tumbas.
 Si no lo hubiera visto quizá pensaba que era parte del paisaje (como todos, claro).

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