sábado, 16 de junio de 2012

Alejando

  La última vez que lo vi, usé la metáfora del pájaro y la ventana, cerré la puerta del placard, lo miré a los ojos como pidiendo que se levante del sillón, camine rápido a comprar el pan para la noche, y no vuelva nunca.
Alejandro caminó 5 cuadras, y ahí sentí su recóndita manera/materia de "irse".
Siempre nos estábamos yendo; algunas veces yo me estaba yendo por los pasillos cuando él acababa de llegar al living, o él se iba a nadar cuando yo llegaba de ver el río, otras, nos íbamos tan juntos que dejaba vacíos los huesos.
La segunda vez que lo ví, habíamos llegado sin irnos, la combinación de mis rodetes y la capucha de su campera con sus dientes, encendía la tecla de los soles en los ojos.
Cuando girábamos el día con su bicicleta, yo me enamoraba perdidamente de él (nadie lo sabía)(ni siquiera yo), las ganas de que sus brazos quieran llegar con los míos a un besoabrazo de algodón de azúcar eran limpias y seguras. Qué lindas las manos de Alejandro. Qué lindos los ratos en los que me enamoraba. Qué lindo era el querer verlo en todos sus gestos.
  Sí, como mencioné en el comienzo del texto, nunca volvió de la panadería (nunca en forma corpórea), en éste día, si hablamos de materia, puedo decir mucho de su desmaterialización en los dedos (claro), y en los omóplatos, que se enfrían por la no-alejandrización de su piel que tan suave me ruborizaba tímidas las mañanas.
  Si hablamos de lo etéreo (o no tanto), él me legó el amor a Martín Piroyanski, una peli a medio ver, las almendras, un huequito más en el espacio donde guardo todos los huequitos y la alegría de un payamédico... Alejandro, era -ante todo- un valsecito escrito en una hoja de  papel reciclado, era un nadar entre la risa y el odio, era un sapito de papel en su metamorfosis a cenizas,  era una frase de Spinetta escrita en su pizarra que anunciaba nada para ver en mí después de un dormir juntos y cuidate del frío que te quiero mucho.
Alejandro/Alejando. Eso, desde que nací para Alejandro todo fue un alejarse, un saber del final, un saborear.
Un nacer.
Un punto seguido.
TODAVÍA: sinónimo de estar, de seguir. Sinónimo de ¡jajá, qué risa, qué hipócrita es! (puede ser, no?)