jueves, 2 de septiembre de 2010

Olor a río-.

Era tan azul que obligaba a mi cuerpo a inundarse de escalofríos. Era tan azul... A lo lejos, los colores de sus remeras se movían cual hormigas generando cierta repugnancia en mis venas. A lo cerca (a mi lado) dos corazones latían fuerte, se hamacaban como niños en una plaza en septiembre, mientras el cíclope azul llegaba a una cabeza muy parecida a la mía, pero mucho más libre, con alas que bailaban sensuales, altivas, intensas.
Azul, pasto, cabeza al pasto, mate dulce y vos conmigo. La paz de tus manos rodeando mi cintura, mientras escribo éstas líneas despeinadas, que pronto irán a otro cajón. (aunque eso hoy no importa demasiado)

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Susurrá a mis ojos que quieren leer...