Empapada de lluvia, de soles, de inviernos calientes.
Hermosa embelesada, sedienta de giros.
Aspereza de manos y de labios, falta de ojos sabios-
Un poema crujiente como los huesos de un viejo,
enredado en el cabello de la noche,
baila conmigo ésta rumbita que hace berrinches en los oídos.
El cielo ya nunca está azul, te grité.
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Susurrá a mis ojos que quieren leer...